La deuda nacional del conjunto de las Administraciones Públicas finalizó el año 2018 alcanzando un importe de 1.170.961 millones de euros, su máximo histórico, y sigue subiendo: conocíamos hace unos días que en enero de este año se situó en 1.175.856 millones de euros, cerca de 5.000 millones más, lo que supone un 97,4% del PIB español.
Se trata, de lejos, del mayor problema que afronta España ya que podría ocasionar un fuerte empobrecimiento del país con nefastas consecuencias, además, para las clases menos favorecidas. En este período de precampaña en que nos encontramos, se escucha pocas veces a los representantes de los partidos políticos mencionar esta situación y su gravedad y, menos todavía, exponer soluciones.
Endeudamiento público vs. ahorro de familias y empresas
Sabemos que la crisis financiera e inmobiliaria obligó a un incremento de la inversión pública difícilmente evitable en múltiples sectores con el bancario a la cabeza. Nos jugábamos mucho y hubo que hacerlo. Sin embargo, conforme lo peor de la crisis iba superándose y la economía iba necesitando menos inyecciones de dinero, las Administraciones Públicas españolas continuaron incrementando su deuda nacional mientras los hogares y las empresas privadas la reducían.
En el siguiente cuadro se aprecia cómo España es el país del mundo entre los desarrollados donde más se ha incrementado la Deuda Pública desde el comienzo de la crisis y, paradójicamente, en el que más se ha reducido la de las familias y la corporativa.
En el primer bloque se refleja el peso sobre PIB donde, en lo que respecta a la Deuda Pública, España es el segundo país europeo junto con Francia y tras Italia; en el segundo bloque se muestra dentro de un círculo el incremento desde 2007 de la Deuda Pública española (+73%), el mayor de todos los países desarrollados, y el decremento de la de las familias (-21%) y de las empresas (-30%), encabezando así España la mayor reducción de deuda por parte de estos actores económicos.
La oportunidad perdida
Tras cinco años de crecimiento y con el actual ejercicio que va a ser el sexto consecutivo con PIB subiendo, España podría estar agotándola mayor parte de su ciclo expansivo sin conseguir disminuir su endeudamiento. La mejora de nuestra economía está ayudando a reducir las tensiones que ese elevado peso de deuda nacional provocaría en un escenario de fragilidad económica.
Sucede que éste, es decir, una ralentización del crecimiento, parece ya acechar en varias zonas del mundo y la globalización podría hacer el resto, lo que haría aún más insostenible el ritmo de crecimiento de deuda nacional al que nuestros gobernantes parece que se han acostumbrado.
Los presupuestos del gasto
La convocatoria de las próximas elecciones generales en España ha llegado porque la Ley de Presupuestos fue rechazada por el Congreso. En ellos se incluía una elevación desmedida del gasto público respaldada, al menos en teoría, por una subida de impuestos en muchos ámbitos de la actividad económica. Tales medidas se hubieran traducido en menor crecimiento y subida del desempleo. De ahí que me llame poderosamente la atención que, pese a lo anterior, varias encuestas ofrezcan datos que podrían suponer una repetición del actual Gobierno. Veremos.
Falta de conciencia
Subyace en todo ello una absoluta falta de conciencia generalizada sobre la gravedad de las consecuencias de arrastrar unas cuentas públicas tan desequilibradas que nos llevan a aumentar cada año en miles de millones de euros el peso de la Deuda Pública. De hecho, las previsiones para 2019 son de un incremento de entre 30.000 y 35.000 millones de euros. Si el próximo Gobierno no adopta medidas que frenen esta espiral de gasto y deuda nacional, la próxima crisis, que llegará, podría ser más profunda que la vivida entre 2008 y 2013.
Fuente: Expansión