Espera lo mejor, pero prepárate para lo peor». De esta forma se pueden resumir los 11 meses y medio que tenemos por delante. El año que, recientemente, hemos dejado atrás ha sido mucho más convulso de lo esperado. Las incógnitas que acechaban al mercado no sólo no se han despejado de cara a este 2019, sino que se añaden otras nuevas. El informe elaborado por XTB sobre «Los siete desastres económicos para 2019» analiza los principales riesgos que se ciernen sobre la economía global, y sobre los que los inversores deberían estar «vigilantes y preparados». No obstante, tal y como matiza el informe, «esperemos que ninguno de ellos tenga lugar».
1. Italexit
Italia se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza para Europa. Las medidas que plantea el Gobierno populista son una fuente de riesgo para la eurozona. Es cierto que Grecia supuso en su día un problema también para los estados miembros, pero hay que tener en cuenta que su deuda pública es seis veces menor que la de Italia. El país transalpino tiene el segundo mayor ratio de deuda sobre PIB en Europa y su volumen está en máximos. El gobierno que encabeza Giuseppe Conte propone «revitalizar» el país. Sin embargo, el crecimiento es muy bajo y, a este ritmo, Italia será superado en PIB per cápita por países como República Checa en 2020 y Polonia en 2027. Medidas como establecer un salario mínimo o bajar la edad de jubilación pueden incrementar aún más la deuda. Si el crecimiento global desciende e Italia entra en recesión, podrían subir la rentabilidad de la deuda hasta máximos de la década y añadir otros 65.000 millones al coste por año. En una situación de crisis de deuda, las entidades financieras italianas incurrirían en grandes pérdidas, más si se tiene en cuenta que los depósitos per cápita en Italia, es decir, por habitante, se sitúan en 35.000 euros. Esto podría tener consecuencias fatales, ya que Italia es demasiado grande para ser salvada y podría ser forzada a abandonar la eurozona.
2. Guerra comercial
Donald Trump aseguró el pasado mes de marzo que «las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar». El presidente estadounidense hacía estas polémicas declaraciones tan sólo un día después de anunciar aranceles al acero y aluminio, dando el pistoletazo de salida a una guerra comercial con China. Trump impuso aranceles del 25% a productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares. Pese a la opinión de Trump sobre la bondad de las guerras comerciales, lo cierto es que estas medidas introducen un foco de riesgo para la economía americana. Y es que si materializan los nuevos aranceles propuestos, podrían subir los precios y reducir su demanda, lo que puede conllevar más inflación y menor crecimiento. Este efecto haría que la Reserva Federal tuviese que subir los tipos aún más, lo que impactaría de forma negativa a las bolsas. Habiendo superado el récord de subidas consecutivas de 1990 en agosto de 2018, las plazas estadounidenses llevan 116 meses sin una corrección del 20%. Si ésta se produce, llevaría el S&P500 hasta los 2.377 puntos, 300 por debajo del nivel actual e, incluso, se podrían borrar todas la subidas de la «Era Trump». Además si se tienen en cuenta todos los catalizadores negativos que están empezando a verse, la guerra comercial contra China podría suponer la gota que colma el vaso.
3. Conflicto en Oriente Medio
El precio del petróleo influye de sobremanera en la economía global y, en consecuencia, en los mercados financieros. Los precios del crudo cayeron en la segunda mitad de 2018, pero las cotizaciones internacionales podrían cambiar ahora si se desata un conflicto en Oriente Medio. Donald Trump ha decidido abandonar el acuerdo nuclear y reimponer las sanciones a Irán. Esta situación podría conllevar el mismo escenario de baja producción que el que se produjo en el periodo comprendido entre 2011 y 2015, cuando Irán tenía limitada su producción.
Pero, ¿qué pasaría si Trump aumentara la producción de Estados Unidos? Irán querría volver al programa nuclear y podría forzar un conflicto armado contra el país norteamericano en la región. También es digno de recordar que Irán controla el oleoducto que atraviesa el Estrecho de Ormuz, por el cual pasa cerca del 20% de todo el crudo producido a nivel mundial. Un nuevo bloqueo impulsaría el precio del crudo al alza, lo que podría suponer un nuevo conflicto internacional. Unos precios de 100 dólares por barril tendrían un efecto catastrófico en varias economías si se combina con un escenario de guerra comercial.
4. Crisis política
El riesgo político es realmente importante para los países emergentes y 2018 ha sido un buen ejemplo de ello. La crisis diplomática en Turquía depreció la lira más de un 50% frente al dólar. Mientras, las elecciones en Brasil hicieron caer al real un 35%. Por su parte, el peso mexicano cayó en 2016 un 30% por la victoria de Trump.
Estos riesgos volverán en 2019 y afectarán, de nuevo, más a los países emergentes. Hasta seis de los siete principales mercados emergentes tienen eventos políticos importantes en 2019, empezando por Rusia. Si el país que preside Vladimir Putin interviene en las elecciones ucranianas, que tendrán lugar el próximo mes de marzo, podría desatarse un conflicto militar y más sanciones por parte de la Unión Europea y Estados Unidos.
Sudáfrica tiene también mucho riesgo, ya que una victoria del partido African National Congress (ANC) podría forzar una reforma de la Ley de Propiedad e impactar en la economía y la moneda local. Por otros lado, una derrota de Mauricio Macri en Argentina ante una coalición de partidos de izquierda podría sumir al país de la bandera albiceleste en más dudas, extendiéndose estas también a Brasil y a Chile. Polonia y Turquía también pueden dar sustos en 2019. Aunque «a priori» son focos más controlados, los inversores los deberían tener en cuenta.
5. Bancos Centrales
La crisis financiera de 2008 requirió de una respuesta contundente por parte de los bancos centrales. La Reserva Federal y el Banco de Inglaterra se lanzaron a la compra de activos para inyectar capital en el sistema.
Diez años más tarde, algunos bancos centrales siguen ayudando a la economía y son muchos los que creen que están fomentando una burbuja. Desde 2012, los tres mayores bancos centrales mundiales (Reserva Federal, Banco Central Europeo y Banco de Japón) han inundado la economía global de liquidez, inflando la valoración de ciertos activos, que deberían caer entre un 20% y un 40% para volver a los múltiplos de hace siete años.
En concreto, la institución que preside actualmente Jerome Powell ha comprado activos entre 2009 y 2017 por valor de 2,5 billones de dólares. En el caso de las máximas autoridades monetarias europea y japonesa, esta cantidad se ha elevado hasta
2,6 y 3,8 billones de dólares, respectivamente.
Mientras la FED ha ido adelgazando su balance, el BCE y el Banco de Japón se preparan, pero todavía no han empezado. Cuando lo hagan, el mercado puede reaccionar de forma muy negativa con ventas masivas en índices como el DAX, S&P500 o el Nikkei.
6. Burbuja inmobiliaria
A menudo, se suele mencionar a China cuando se hace referencia a los países más afectados por una guerra comercial. Sin embargo, en el país asiático existe un riesgo todavía mayor, su mercado inmobiliario. Un reciente estudio revela que el 22% de los hogares chinos están vacíos, lo que equivale a 50 millones de viviendas. El mercado inmobiliario ha sido una inversión muy popular para los chinos con acceso a crédito en los últimos años, lo que ha elevado fuertemente el precio de las viviendas y ha generado una «burbuja» inmobiliaria. Prueba de ello es que, en Pekín, Shanghai y Hong Kong, el precio de la vivienda supera en 45 veces el salario anual.
Las estimaciones muestran que sin la aportación urbana, el crecimiento real no sería ni la mitad de lo que es. Las autoridades chinas han advertido del problema desde hace tiempo, pero la solución a esta situación no es sencilla. En el peor escenario, los propietarios empezarían a vender sus viviendas, lo que provocaría una caída de precios «brutal» y un recorte en la demanda nacional.
Se presentaría así un escenario catastrófico en este mercado, que tendría implicaciones muy negativas la economía global y en ciertas materias primas, como el cobre o el acero, de los que China es el principal demandante mundial.
7. Brexit
El Brexit ha sido el mayor foco de incertidumbre en Europa desde que se celebrase el Referendum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea en junio de 2016. Sin embargo, todo es susceptible de empeorar, sobre todo si los británicos no alcanzan un acuerdo antes del próximo mes de marzo.
Si finalmente no se logra, se produciría un Brexit desordenado, con la vuelta a la relación previa con la UE o, incluso, peor. Pese a que siempre se supo que esto podía pasar, las previsiones del Banco de Inglaterra realmente asustan. El organismo estima que el PIB puede caer un 8%, la tasa de desempleo duplicarse
y la inflación desbocarse, forzando a nuevas subidas de tipos de interés, que podrían elevarse hasta el 5,5% para controlar la inflación (actualmente las tasas se sitúan en el 0,75%). Este escenario supondría un gran «shock» para los mercados financieros y afectaría de sobremanera a la libra en su cambio con el dólar y el yen con correcciones brutales. De hecho, la libra cayó respecto al dólar un 13% en un mes después del Brexit, algo que podría acentuarse en los próximo meses. Si no hay acuerdo, el Banco de Inglaterra pronostica que la divisa británica podría depreciarse incluso un 25%. Es cierto que la libra, según muchos modelos de largo plazo, parece infravalorada, pero también lo es que, en el caso de un Brexit duro, podría llegar a la paridad frente al dólar.
Fuente: LA RAZÓN